Los tipos de amianto determinan directamente el nivel de riesgo que supone su presencia en un edificio, nave industrial o vivienda. Aunque este material fue ampliamente utilizado en la construcción durante décadas por su resistencia y aislamiento, hoy sabemos que puede tener consecuencias muy graves para la salud. Pero no todo el amianto es igual: existe una diferencia clave entre el amianto friable y no friable que toda persona debería conocer, especialmente si sospecha que puede haberlo en su entorno.
¿Por qué sigue siendo importante hablar del amianto hoy?
Aunque su uso está prohibido en España desde 2002, el amianto sigue presente en miles de edificios, instalaciones industriales y viviendas antiguas. Su presencia silenciosa representa un riesgo latente para quienes conviven cerca de él sin saberlo, especialmente en estructuras construidas antes de esa fecha.
Hoy en día, el mayor problema no es tanto el uso del amianto, sino su herencia. Materiales que llevan décadas instalados pueden estar deteriorándose poco a poco, liberando fibras sin que nadie lo note. Por eso, cada vez que se realiza una reforma, rehabilitación o simple mantenimiento, es vital conocer si hay materiales afectados.
La falta de información o la confianza en soluciones improvisadas pueden poner en riesgo la salud de los trabajadores, de las familias y del entorno. De ahí la importancia de saber qué tipos de amianto existen y cuál es su nivel de peligrosidad, para poder actuar con responsabilidad y prevenir consecuencias graves a medio o largo plazo.
Tipos de amianto: clasificación principal
La clasificación más importante del amianto no se basa solo en su composición química (aunque existen varios tipos minerales), sino en su estado físico y comportamiento al manipularlo. Aquí entra en juego la diferencia clave entre:
Amianto friable
El amianto friable es aquel que puede deshacerse con facilidad con la simple presión de los dedos. Se encuentra en materiales de aspecto blando, pulverulento o con fibras expuestas. Es habitual en:
- Aislantes térmicos en calderas antiguas
- Recubrimientos de tuberías
- Algunos falsos techos y paneles acústicos
- Amianto proyectado en estructuras metálicas
Al ser tan poco compacto, el amianto friable libera con extrema facilidad fibras al aire, lo que supone un riesgo directo para la salud, incluso sin tocarlo. Por eso, está considerado el tipo de amianto más peligroso.
Amianto no friable
El amianto no friable, por el contrario, está mezclado con otros materiales que le dan solidez. Es el caso del famoso fibrocemento, también conocido por la marca Uralita. En este tipo, el amianto está compactado con cemento u otras sustancias, formando materiales rígidos como:
- Placas de cubierta ondulada
- Bajantes y canalizaciones
- Depósitos de agua
- Paneles para fachadas o suelos
Este tipo de amianto no supone un riesgo inmediato mientras no se rompa, corte o deteriore. Sin embargo, cuando se manipula, se taladra o se elimina sin protección, también puede liberar fibras peligrosas.
Peligrosidad: ¿cuál es más dañino?
Aunque todos los tipos de amianto son peligrosos, el friable presenta un riesgo mucho mayor porque:
- Libera fibras sin necesidad de manipulación directa.
- Suele encontrarse en mal estado por su antigüedad.
- Afecta tanto a quienes trabajan con él como a quienes simplemente están cerca.
El amianto no friable, aunque más estable, también puede ser altamente peligroso si se rompe o desgasta. Por eso, cualquier intervención debe estar regulada y ejecutada por empresas autorizadas y registradas.
Riesgos para la salud asociados al amianto
La exposición a las fibras de amianto, aunque no sea inmediata, puede provocar enfermedades graves como:
- Asbestosis: fibrosis pulmonar causada por la inhalación prolongada.
- Mesotelioma: cáncer poco común pero muy agresivo que afecta a la pleura.
- Cáncer de pulmón: especialmente en personas fumadoras.
- Placas pleurales: engrosamientos de la pleura que limitan la capacidad pulmonar.
Estos efectos pueden aparecer años o incluso décadas después de la exposición. Por eso, la prevención y la retirada controlada son esenciales.
¿Cómo saber qué tipo de amianto tienes?
No siempre es fácil distinguir a simple vista si un material contiene amianto o si este es friable o no. Por eso, lo más seguro es realizar un estudio técnico de detección, especialmente en edificios anteriores a 2002, cuando se prohibió en España el uso de este material.
En Decersa, contamos con técnicos especializados en estudios de detección de amianto, como los realizados en el antiguo Hospital La Fe de Valencia o la estación de Recoletos de Madrid. Estos análisis permiten identificar con precisión el tipo de material y evaluar el nivel de riesgo, algo imprescindible antes de planificar una retirada o reforma.
¿Qué hacer si hay amianto en tu edificio?
Si tienes sospechas o has confirmado la presencia de amianto, estos son los pasos que debes seguir:
- Evitar cualquier manipulación por cuenta propia.
- Contactar con una empresa especializada como Decersa.
- Realizar un informe técnico y plan de retirada.
- Ejecutar el desamiantado cumpliendo toda la normativa de seguridad.
- Sustituir los elementos por materiales seguros (como PVC o paneles sandwich).
En ningún caso se debe romper, taladrar o retirar el amianto sin protección ni autorización, ya que además de un riesgo sanitario, está sujeto a sanciones legales.
Conclusión: Conocer los tipos de amianto puede proteger tu salud
Comprender los tipos de amianto, especialmente la diferencia entre friable vs no friable, no es solo un dato técnico. Es una información que puede marcar la diferencia entre prevenir o asumir un riesgo innecesario para la salud y el medio ambiente.
La clave está en identificar a tiempo, actuar con responsabilidad y confiar únicamente en empresas autorizadas. En Decersa llevamos años trabajando con un compromiso firme: retirar el amianto de forma segura, profesional y respetuosa con la actividad de cada cliente.